Por ti mi día nublado acaba por brillar...

Y ahora mis días nublados, se quedan en eso, días nublados desde que no estás aquí, para soplar las nubes negras y apartarlas lejos. Recuerdo cada día, cada instante en el que tú eras mi mitad y supongo que me cuesta comprender que se ha acabado, que no hay nada. Que llueve por dentro y que tengo que mojarme. Y odio mojarme porque tú siempre hacías de paraguas. Odio tropezarme y que no estes ahí para levantarme. Odio que te necesite a veces, y odio no encontrarte en ninguna parte. Pero lo que más odio es que tú no tengas esa necesidad de necesitarme. Que tu vida siga como si nada, mientras la mía se queda con un hueco...  que no sé llenar.