Si yo, tú. Si caes, yo contigo. Y nos levantaremos de esto unidos. Si me pierdo, encuéntrame. Y si te pierdes, yo contigo y juntos leeremos en las estrellas cual es nuestro camino, y si no existe lo inventaremos. Si la distancia es el olvido, haré puentes con nuestros abrazos, pues lo que tú y yo hemos vivido no son cadenas, ni si quiera lazos. Es un sueño de cualquier amigo, es pintar un te quiero a trazos y secarlo en nuestro regazo. Si yo, tú. Si dudo me empujas, si dudas te entiendo. Si callo escucha mi mirada, si callas leeré tus gestos. Si me necesitas silba y construiré una escalera hecha de tus últimos besos, para robar a la luna una estrella y ponerla en tu mesilla, para que te dé luz. Si yo, tú. Si tú, yo también. Si lloro, riéme. Si ríes, lloraré. Pues somos el equilibrio. Dos mitades que forman un sueño. Si yo, tú. Si tú, conmigo.
Y si te arrodillas, haré que el mundo sea más bajo, a tu medida, pues a veces para seguir creciendo hay que agacharse. Si me dejas, mantendré viva la llama hasta que regreses. Y sin preguntas seguiremos caminando. Sin condiciones te seguiré perdonando. Si te duermes, seguiremos soñando que el tiempo no ha pasado, que el reloj se ha parado. Y si alguna vez la risa se te vuelve dura, se te secan las lágrimas y la ternura, estaré a tu lado, pues siempre te he querido, siempre te he cuidado. Pero
jamás te cures de quererme, porque el amor es como Don Quijote, sólo recobra la cordura para morir. Quiéreme en mi locura, pues mi camisa de fuerza eres tú, y eso me calma, me cura. Si yo, tú. Si tú, yo.
Sin ti, nada. Sin mí, si quieres, prueba.