- Vete - le dijo sin apenas mirarle a los ojos, pues los ojos nunca mienten, y aquella mirada llorosa pedía a gritos que se quedara, que la abrazara y no la soltara nunca, ya que en sus brazos, el mundo siempre le había parecido menos malo.
+ Sabes que sólo me iré si tú me lo pides.
- Eso estoy haciendo. Quiero que te vayas.
+ Pídeme que me vaya, mirándome a los ojos y no sabrás nunca más de mí.
+ Sabes que sólo me iré si tú me lo pides.
- Eso estoy haciendo. Quiero que te vayas.
+ Pídeme que me vaya, mirándome a los ojos y no sabrás nunca más de mí.
Y entonces se hizo el silencio. Un silencio que marcaba el final de una historia que parecía que no iba a acabar nunca.
+ Puede que tengas razón, y que tu mundo sea mejor sin mí.
- Es que mi mundo sin ti no es mi mundo, porque siempre has estado tú... sin ti no tiene sentido. Y no puedo pedirte que te vayas, pero necesito que lo hagas.
- Es que mi mundo sin ti no es mi mundo, porque siempre has estado tú... sin ti no tiene sentido. Y no puedo pedirte que te vayas, pero necesito que lo hagas.
Frente a frente decidieron separarse. Y quizás se alejen tanto que con el paso del tiempo sus espaldas, sin querer, lleguen a chocarse.
Leí la última parte de esto que he escrito como un "microcuento" y me pareció tan bonito que lo quería meter de alguna forma en el blog. Ahí está. Besos ♡
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